En mi opinión uno de los riesgos de la creciente profesionalización de la comunicación política en nuestro país, de la que hablababa no hace mucho tiempo Ignacio Martín Granados en su blog, es la de olvidar el componente democrático de la misma. Centrarse en los medios olvidándose de las consecuencias directas que hoy la comunicación política produce en la legitimidad de la democracia puede suponer que esta profesión, que se ha popularizado en torno a referencias éticas como las de «El ala Oeste», se convierta en una profesión de trepas interesados sólamente en la conquista del poder.

De ahí la importancia de un ciclo de conferencias como el que la semana que viene (27, 28 y 29 de septiembre, 19.30) impartirá Fernando Vallespín en Cosmocaixa.

Según el programa que anuncia las jornadas «es en los esquemas de mediación entre público y clase política, donde se concentran las mayores distorsiones de la democracia respecto al patrón originario de la democracia liberal». Parece que cada día los comunicadores políticos somos más protagonistas pero ¿somos más responsables?. El programa…
LUNES. 27 de septiembre ¿Fin de ciclo de la democracia liberal?
¿Cómo enjuiciar el funcionamiento de un sistema democrático?

El hardware y el software de la democracia

«Des-occidentalización» y pérdida de legitimidad de la democracia liberal

El problema del ámbito de la democracia: democracia, globalización y crisis económica

MARTES. 28 de septiembre La difícil comunicación entre políticos y ciudadanos
El divorcio entre ciudadanía y clase política: apatía y alienación de la política; las deficiencias del sistema de mediación entre ciudadanos y poderes públicos

Tecnocracia y complejidad política

Las trampas de la participación política

«Privatización» y crisis de lo público

MIÉRCOLES. 29 de septiembre La crisis del espacio público y la democracia mediática
La democracia como «gobierno de la opinión»: opinión pública y sistema democrático

Las amenazas e interferencias en el espacio público

Medios de comunicación y política: el caso de las campañas electorales

¿La entronización de la «mentira»?