No soy muy partidario de Upyd, no comparto su visión de la vida pero me encanta su planteamiento rejuvenecedor de la política, su aire fresco, para lo que cuentan con la clara ventaja de su edad y están haciendo las cosas de manera profesional y muy creativa.

Hace unos días El Pais, que no les ha prestado ninguna atención durante la campaña, les dedicaba un simpático articulito en su sección de Madrid, ahora que no hacen daño. Su planteamiento vuelve a la micropolítica de la que tanto hemos hablado en este blog.

Independientemente de su función papelera, que les permite recoger a los descontentos de los partidos tradicionales y su indefinición, que permite recibir el apoyo de medios poco o nada afines a su filosofía, y el carácter personalista del partido, poco a poco va creando una estructura y anuncian congreso para noviembre.

En Madrid su coordinador es un tío de 25 años, David Andina. El artículo cuenta como:

Ha organizado 50 actos por todo Madrid, «que incluyen la colocación de tres carpas en plazas de la ciudad, reparto de papeletas informativas, buzoneo…», se apresura a recordar. «Lo más difícil ha sido llegar a los pueblos de la sierra. Es inabarcable», dice con la experiencia de haberse pateado la región de cabo a rabo. «Preparamos caravanas de coches. De forma espontánea nos reuníamos cuatro o cinco, poníamos los carteles con papel celo, globitos y alguna pancarta y recorríamos los pueblos del norte. Cuando veíamos grupos de personas parábamos y les contábamos nuestro proyecto», relata para explicar que la suya ha sido una campaña muy artesanal. «A la americana, como la de Obama pero con nuestras limitaciones», cuenta. Y tanto, porque sólo han gastado 8.300 euros para la campaña en la región, según Andina.

El secreto de este éxito con tan pocos recursos es «un tejido asociativo muy activo». Casi el 50% de los 1.500 afiliados de Madrid ha participado en la campaña. «La gente ha dedicado las tardes a colaborar», desliza el joven médico. «Los afiliados están muy implicados. Hay mucho joven. La campaña ha sido muy callejera».

Lo más importante es como fueron capaces de dar juego a esas 700 personas, más allá de llenar mitines:

«Se establecieron 60 comités, uno en cada distrito y en los municipios de más de 15.000 habitantes. Cuando uno de estos comités proponía celebrar un acto, se encargaban las octavillas. Y los propios afiliados se acercaban a la sede en sus coches para recoger el material». Todo muy familiar. Lejos de la compleja organización de los grandes partidos. «Como no tenemos dónde reunirnos lo hacemos en bares, cafeterías, en nuestras casas»

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Resumiendo: «La clave es que hemos hecho micropolítica. Nos preocupamos por los problemas verdaderos de la gente», zanja Marcos.