Cada día se acerca más el día de la elección, y esto tiene pinta de que ya no se para, así que aprovechando los 100 días y un viaje a Florida, he decidido tomarme unas pequeñas vacaciones. Han sido días en familia, de playa, piscina y siesta, de salir a cenar y dormir hasta que las niñas despertaran, días de descanso y desconexión, sin televisión ni acceso a internet, con el Longboat key Observer como única lectura informativa y con el correo electrónico reducido a su más mínima expresión.

Aún así en 2008 no es fácil de librarse de las elecciones, y menos en lugares como Florida donde todo se elige. No hay casi publicidad de Obama ni Mccain, pero se cuentan por decenas los anuncios para ser elegido juez del distrito, Senador o Congresista local (hay un tal Ron Reagan que promete), Public Defendant, miembro del School Borrad, Sheriff….

Nos han prestado un apartamento en Longboat key, uno de los cayos al noroeste de la Florida, al Sur de Tampa. Es una islita alargada, con casitas que dan directamente a la playa, como en Malibú, o al embarcadero. Una isla que compró John Ripling, el del circo, a principios de siglo, cuando Florida empezaba a poblarse y que hoy es la patria adoptiva de la Sharapova. Es tierra de huracanes, donde todos los caminos conducen a la Evacution Route. Abundan los campos de tenis, donde se siembran las promesas tenísticas, y desde la playa es muy normal ver los delfines paseando confiados, junto a, se supone porque no se ven, tortugas gigantes y manatíes (creo que son elefantes marinos o al menos se parecen).


La arena blanca de las playas me recuerda a las pocas que conozco de Cuba, los cayos Coco y Guillermo, y llevaba tiempo sin disfrutar tanto una puesta de sol. Uno de esos días, en la playa, llegó una vecina mayor, de profesión voluntaria del acuario local, (aquí hay voluntarios para todo). Desde hace un tiempo venía haciendo seguimiento de los huevos de las tortugas que, por lo visto, ponen en el mismo sitio donde nacieron y son faciles de controlar. Cuando llegamos ese día el lugar estaba revolucionado, alrededor de la zona reservada, nadie miraba al sol, todos a la arena.

Dejo unas cuantas fotos del nacimiento de las tortugas que pudimos ver en directo, algo muy impresionante. A expensas de que alguien docto en la materia como Rafa Roldán nos pueda contar algo más, yo me enteré de que sobrevive una de cada mil, que nacen y corren hacia el mar siguiendo a la luna, y que cualquier luz incluso la del flash puede desorientarlas fatalmente, que son uno de los platos favoritos de pájaros varios, no sé si nacen si caparazón y se lo pelan antes de cenar…

No es mucha cosa, pero las fotos son las que merecen la pena…