Confieso que personalmente Gabriel Elorriaga me cae bien, es de esos políticos que se dan cuenta de lo que es ser político y no miran por encima del hombro, pero es de esas personas a las que les viene como anillo al dedo ese dicho español de «en casa del herrero cuchillo de palo».

Al político popular le gusta presumir de no ser un experto en comunicación, a lo que cualquiera respondería que no hace falta que lo jure. La reciente campaña con sus descoordinaciones, sin ser toda culpa ni responsabilidad suya, es una buena muestra de ello.

No dudo de que el secretario de comunicación popular probablemente diseñe inteligentes estrategias pero no suele respetar las recetas básicas de la comunicación en sus relaciones con la prensa. En la reciente campaña electoral desvelaba al Financial Times su estrategia de desmovilización electoral, en un momento en el que el PSOE sólo necesitaba de sus declaraciones para lograr una movilización masiva. Un error de apreciación, «el periodista es sobre todo periodista antes que amigo o interesante contertulio» o una ingenua creencia en la perdurabilidad del off the record, ci lo sa?

Ayer se desmarcaba con unas declaraciones sorprendentes en la Cadena SER, con un sentido crítico muy de agradecer en los lares de la política, criticaba la precipitación de algunas decisiones y las presiones de otros, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo. Mi problema, o mi falta de acuerdo, llega cuando saca a pasear la teoría del centro al que pertenecen la mayoría de los votantes del PP.

Acudía a las viejas categorías del centro y la derecha, y explicaba que el votante del PP está mucho más al centro que el Partido. Ahí está la trampa, el centro frente a la COPE y el Mundo, se convierte enseguida en el centro del Mundo, como por arte de magia. Y así en nombre de un centro moral, comprensivo con el aborto, tolerante con la investigación con embriones, abierto a las bodas gays, o a la educación a la ciudadanía se vuelve a la derecha más radical y elitista.

El problema es de definición, qué es el Partido Popular, dónde están realmente sus votantes. Es muy peligroso confundir el deseo con la realidad, y el 55% de los votantes del PP son partidarios de una oposición más dura.

Estoy de acuerdo que el PP necesita vertebrar una mayoría suficiente para ganar las elecciones, y creo que se abre un nuevo escenario similar al que provocó Mac Govern en EEUU en los 70, que permitiría al PP configurarse como el partido de la gente, el de los currantes, los inmigrantes, las clases medias, los que todavía disfrutan viendo ganar a Fernando Alonso o a Gema Mengual. Creo que estamos en un gran momento para romper las barreras de clases, propias de otra época y reivindicar la portavocía de la mayoría silenciosa frente al partido de las minorías (PSOE) pero eso no es lo que nos decía el señor Elorriaga y lo que es peor, eso no es lo que nos dice la realidad.

Mientras se establezca el centro en la indefinición, o exclusivamente en la posición frente a temas morales y no en la economía, la preocupación social o la moderación en las formas el Partido Popular seguirá sin dirección, convertido en un inmenso mal menor frente a ese desastroso Presidente que ha sido y será Rodríguez Zapatero.